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lunes, 14 de julio de 2008

Críticas Dos pasos de paz, dos pasos de guerra

Críticas y menciones de prensa de la obra Dos pasos de paz, dos pasos de guerra

DIARIO CRITICA / 10 de mayo de 2008

"En una escena en la que no abundan (¿faltan?) las obras de teatro con impronta política, Dos pasos de paz, dos pasos de guerra llegó, por unas pocas funciones, para aportar una pequeña reflexión sobre la izquierda. Extraña, sí, pero profunda y apasionante, la obra que se presenta en el marco de Espacios Comunes, un festival creado para reforzar el interés de elencos chilenos y argentinos sobre textos iberoamericanos cuenta la vida de una pareja conformada por un militante comunista y una estudiante en sus dos planos: el privado y el público. Pero no lo hace a partir de una estructura dramatúrgica clásica, sino mediante fragmentos que cuentan los distintos momentos de la vida de la pareja (desde el enamoramiento hasta la vejez). En el medio, entre él y ella, un payaso de inspiración burtoniana hace las veces de conciencia que vacila: a veces más cercana al doñarrosismo y, de un momento a otro, de ultraizquierda.

Pero Dos pasos de paz... es, sobre todo, una mirada sobre el conflicto entre ideales y realización sobre lo que se piensa y lo que se hace escrita por el dominicano Reynaldo Disla durante sus jóvenes y convulsionados ochenta, dirigida por el joven Ezequiel Molina y actuada por él mismo junto a Daniel Abecasis y la extraordinaria Jimena Krouco”.

MARIANO UGARTE / Periodosta Diario Clarín / 22 de Junio de 2008

“En una puesta abrumada por el clima hostíl de la batalla, los sueños se desgarran en la perceptible realidad. Es ahí cuando el despliegue actoral saca el más delicioso jugo que contiene la obra de Reynaldo Disla. Cruda, emotiva y siempre vigente, describe la distancia entre dicho y hecho, sin obviar utopías ni controversias. "Dos pasos de paz, dos pasos de guerra" es una digna muestra de profesionales que aman el teatro y que logran hacer de él un placer. Altamente recomendable”.

FERNANDO MARAL / Prensa Zona Norte / 1 de Julio de 2008

Fuimos a ver “Dos pasos de paz, dos pasos de guerra” la obra teatral de Reynaldo Disla. Como dice en el programa de mano “esta pieza plantea desde una mirada poética el conflicto entre ideales y realización”. Con una estética bien cuidada, hasta que parece asemejarse a una realización con estilo “dark o gótico”, este espectáculo no va arrancar seguramente la sonrisa o carcajada facilista de muchos espectáculos, pero sumirá al espectador en una reflexión sobre la razón, el amor, la paz y la guerra. Recomendada para ver y pensar.

Ma. SOLEDAD GONZÁLEZ ALEMÁN / LA REVISTA DE SAAVEDRA / JULIO 2008

“Dos pasos de paz, dos pasos de guerra” es la obra de teatro que empezó su recorrido por Buenos Aires y por el extranjero
ENTRE LA VERDAD DE LA REALIDAD Y LA VERDAD DE LA UTOPÍA
La Empresa Humana es la compañía de teatro que llevó al escenario esta obra del autor dominicano Reynaldo Disla.

Uno de los protagonistas es Daniel Abecasis, reconocido actor y director de teatro que en el marco del Festival de Teatro Argentino-Chileno Espacios Comunes durante el mes de mayo, se presentó en la EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático) con el espectáculo “Dos pasos de paz, dos pasos de guerra”. Dirigida por Ezequiel Molina - egresado de la Escuela de Teatro de Raúl Serrano- con las actuaciones de Daniel Abecasis, Jimena Krouco y la participación en escena del mismo director, la obra logró un impacto y una repercusión inmediata en el público y en el ambiente.

“A mi me gusta hacer espectáculos teatrales, cuidando todos los aspectos posibles, lo visual, lo sonoro, lo espacial. Cuando todo eso está, el espectáculo está bueno”, dice Ezequiel Molina.

LA OBRA
“Dos pasos de paz...” plantea desde una mirada poética el conflicto entre ideales y realización. El cuerpo cercenado por el pensamiento. Las ideas contrapuestas a la acción. Razón y amor en una batalla de cuerpos.

Él y Ella se aman, pero entre ambos se desata el eterno combate entre utopía y realidad, entre discursos y hechos.

Arbitra la contienda dialéctica un payaso, un verdadero payaso, quien no puede evitar los dos pasos de paz, ni los dos de guerra.

Si hubiera que enmarcar la obra en un género quizás hallaríamos rasgos de una tragedia, de un drama, como también resabios del grotesco y hasta ciertos pasos de comedia. Hasta aquí pareciera que se trata de un híbrido, de un texto indefinido, sin embargo, “Dos pasos de paz...” no puede encuadrarse en ninguna caja rotulada porque se trata de una verdadera obra de arte.

Es común que llamemos obra de arte a lo que socialmente está impuesto con ese título, pero ocurre que la definición de ese término fue y es motivo de discusión de cientos de intelectuales y artistas que han tratado de asegurar que no todo lo que se ve en un escenario o en un museo se lo puede llamar obra de arte.

“Dos pasos de paz...” tiene un argumento, esa breve explicación que da cuenta de la estructura del relato, pero invita al espectador a sumergirse en ese mundo en el que los personajes se ven envueltos. Es así como deja de importar cuál es el principio, el nudo y el desenlace de la pieza, para tomar protagonismo la inauguración de un nuevo mundo en el que alguien va transmitir algo que nunca antes habíamos escuchado ni visto.

La obra de arte no cierra, no se trata de un producto que el espectador contempla y entiende instantáneamente sin ser interpelado. “Dos pasos de paz...” provoca, sacude, deja sumamente incómodo al espectador y le cuestiona cuán reales y verdaderas son algunos de los parámetros que rigen su vida. La obra de arte tiene el formato de una herradura, es abierta, hay un espacio que está indeterminado por el que el espectador introduce su propia subjetividad y sale de allí transformado.

“Dos pasos de paz...” es una bisagra. No se sale ileso luego de verla, porque somete al cuerpo del espectador a un torbellino de sensaciones que difícilmente a uno lo dejen de la misma forma que tenía antes de entrar a la sala.

La obra se presta a diferentes miradas, a distintas lecturas, a diversos niveles de relato, se puede entrar a ella por los costados más inhóspitos; no marca un camino único y exclusivo para finalmente arribar a un aplauso comprometido y obligado. Dos pasos de paz... no es una invitación al pensar, sino que inevitablemente el sentir se pone por delante.

En el teatro no se trata del saber, sino de la verdad, en el teatro no hay nada que explicar, el sentido que el Director le da la obra llegará al espectador por medio de sensaciones, y esto es algo que se palpa indefectiblemente en la obra de Ezequiel Molina.

“Dos pasos de paz...” es toda una metáfora sobre la contradicción humana. Es el querer y no poder, es la realidad impuesta en contra de los deseos más genuinos que surgen del interior y del inconsciente de una persona. Ir contra la corriente, expresión tan conocida y usada, puede enfrentar al ser humano a una odisea infinita en la que las piedras en el camino serán una constante. La realidad la llevamos metida hasta el tuétano, los discursos de lo que es la verdad son los pilares que rigen y someten nuestras vidas, y el lugar de los sueños y de las verdaderas motivaciones queda relegado y aplastado por un “deber ser” que mutila el cuerpo y enaltece la razón.

Lo brillante de Dos pasos de paz... es la forma, es el cómo Ezequiel Molina y su elenco ha logrado decir algo sobre la realidad que nos somete de una manera poética, original e innovadora. No cayeron en ningún lugar común, no se metieron en ninguna caja, no se anclaron en ninguna versión sobre la realidad. Al contrario, “Dos pasos de paz...” es una provocación, un desafío, es estar al límite, es la muestra de que correr el riesgo es un modo de vida, en el que es imprescindible poner en tela de juicio la realidad que tenemos a la vista para conectarnos con lo verdadero que hay en cada uno.

Si después de verla algunas lágrimas se desprenden de sus ojos, o en su cuerpo quedó una sensación de frío es que usted ha dado esos dos pasos que sólo una verdadera obra de arte, que se juega y cobra sentido en la utopía, lo puede invitar a dar.

MÁS ALLÁ DEL ARGUMENTO

Las actuaciones de Daniel Abecasis, Jimena Krouco y Ezequiel Molina son destacables. Los personajes se arraigan al escenario con una seguridad plena, y en los tres casos están a la altura de la singularidad de la obra.

La escenografía, a cargo de Adriana Ovelar, desafía el lugar de lo común e invita al espectador a recurrir a su imaginación para ubicar en tiempo y espacio lo que en escena sucede.

El vestuario, en las manos de Mariana Ron, es de una sutileza y una precisión impecable y es la pieza fundamental para redondear la original construcción de los personajes.

PARA VERLA
“Dos pasos de paz, dos pasos de guerra” se está presentando en distintas salas de Buenos Aires, cómo así también ha sido llevaba a Chile y próximamente a otros países de Latinoamérica. La Empresa Humana – Compañía de Teatro invita a consultar por el lugar y horario de las funciones por e-mail a: reservas@laempresahumana.com.ar o por teléfono al: 15-6522-1933

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